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Por Fernando Muñoz Un día de estos voy a escribirlo todo, sin dejar nada en el cajón. Lo diré sin tapujos, sin morderme la lengua, sin callarme nada. Entonces lo sabrán todo, y seré como una sábana extendida al viento, secándose con las manchas del tiempo. Manchas que no fueron borradas por el lavado y que nunca desaparecerán, porque ya son parte de la tela. Marcas indelebles, como las historias que contaré. Por Fernando Muñoz De repente, el hombre cruzó la pierna izquierda detrás de la derecha. Giró sobre su eje, extendió el brazo derecho como si intentara atrapar una manzana invisible. Con una soltura y fineza extraordinarias, dio un par de brincos, hizo unos pliés, ejecutó un fouetté y culminó en un arabesque, justo cuando el metro arribó a la estación. A su alrededor, nadie pareció notarlo. |
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