Por David Núñez Como es sabido, gran parte de la obra literaria del aclamado escritor chileno Roberto Bolaño (1953 – 2003) ha estado, desde siempre, marcada a fuego por la sinuosa biografía del propio autor. Sin ir más lejos, en Los Detectives Salvajes, novela que lo consagró como el escritor más brillante de su generación y donde repasa sus vivencias como poeta y fundador del infrarrealismso mexicano, queda claramente de manifiesto esta suerte de secreta complicidad entre realidad y literatura, a través de la figura de Arturo Belano, álter ego del escritor, y junto a Ulises Lima, eje central de una trama que le debe mucho a las experiencias reales de sus protagonistas. En Sensini, relato que presentamos hoy en Revista Eucalíptica, Bolaño narra la historia de una amistad a distancia entre dos escritores latinoamericanos que residen en ciudades distintas de España, y que se conocen (se leen) a través de la publicación de un libro con los ganadores de un concurso literario de provincia en el que ambos han resultado premiados. El cuento, como es de esperar, está basado en un hecho real: la relación epistolar del propio Bolaño con el escritor argentino Antonio Di Benedetto (1922-1986) a comienzos de la década de los ochentas. El autor chileno aprovecha esta experiencia y la utiliza como punto de partida para construir un relato peculiar y melancólico, y de paso, poner el dedo en la oscura realidad de un pléyade de escritores mediocres y desconocidos, que representados por Bolaño y Sensini (Di Benedetto), se lanzan a la caza de concursos literarios provinciales de dudosa tradición, sin mayor esperanza que la de obtener algunos penosos recursos monetarios que permitan solventar un estilo de vida que a cada momento se vuelve menos decoroso. Ante el contrasentido de una literatura que sólo cumple una función meramente instrumental, la existencia de estos certámenes emerge entonces como la respuesta a una tozuda ambición que contamina y distorsiona la moral de los protagonistas (“…al mismo tiempo me instaba a perseverar (Sensini), pero no, como al principio entendí, a perseverar en la escritura sino a perseverar en los concursos, algo que él, me aseguraba, también haría”). De este modo, y aún cuando los personajes del relato nunca llegan a confrontar sus ideas en persona, ambos logran, a través de un continuo y emotivo intercambio de cartas, dar cuenta de la condición de escritores marginales y errantes que los caracteriza, y en especial, del acto de escritura como una forma de supervivencia puramente mercantil. Como no podía ser de otra forma en Bolaño, y en una ironía perfecta a un destino que en ocasiones no distingue realidad de ficción, Sensini obtuvo el Premio Narración Ciudad de San Sebastián, en 1997. Años más tarde, en un artículo sobre el Premio Nacional de Literatura de Chile, y a propósito de vencedores y vencidos, Bolaño afirmaría: “Hay que recordar que en la literatura siempre se pierde, pero la diferencia, la enorme diferencia, estriba en perder de pie, con los ojos abiertos, y no arrodillado en un rincón rezándole a San Judas Tadeo.“ ![]()
Kw
4/22/2018 02:47:33 pm
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