Por: Fernando Muñoz
"De los Seres Afortunados" El piloto sabe que no hay vuelos de prueba; algo depende del azar. Los ingenieros y técnicos han dado lo mejor de sí, han trabajado día y noche para crear esta máquina, maravilla de la ingeniería, prueba tangible de todas aquellas combinaciones matemáticas calculadas y recalculadas una y otra vez sobre la piel verde de aquel viejo pizarrón en la base aérea. Sus superiores confían en él; incluso el comandante se lo demostró en un gesto amable y fraternal, invitándolo a fumarse un puro, de esos escasos y carísimos, importados de alguna isla del Caribe. El comandante sonríe, pero también sabe que nada está asegurado. Todo es un boleto de lotería que lo llevará a ser parte de la historia o una mancha negra y rojiza en medio del desierto. Su esposa, nerviosa, lo besa y le desea lo mejor. Le entrega una bufanda bermellón para, en cierto modo, volar con él. Le susurra al oído: "Sé que lo lograrás, siempre lo haces". Pero, en un parpadeo, sospecha que este vuelo no es sólo cuestión de habilidad; hay algo más que está fuera de su control. Se aleja hacia un rincón del hangar y con las manos temblorosas, ante la incertidumbre se pone a rezar. El piloto revisa la nave, la observa desde su ángulo, acaricia su piel de plata que brilla bajo la luna como un fugaz hilo de agua. Se aferra a la escalerilla y, de un solo brinco, se instala en la cabina de mando. Ahora son uno: Ícaro con alas de metal, y la máquina, como una extensión de sus piernas, de sus brazos, de su imaginación. Ya dentro de la nave, amanece, la tensión se acumula. Revisa los controles, comprobando que todo esté en su lugar, cada gesto meticulosamente coreografiado, ensayado una y otra vez en los interminables días de preparación. Con fuerza, ajusta su arnés y, con la mirada fija, recorre la pista de despegue, le parece una carretera larga e interminable. El eco de quienes partieron sin volver se pierde en el rugido del motor. Ahora solo queda avanzar, desafiar el cielo, tocar tierra. No será solo su cuerpo el que regrese, sino también la ciencia, el destino… y la certeza de que es un ser afortunado.
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