Por Carolina Giudice
Él me trae un chocolate él me trae un libro él me trae la luna él me trae el amor él me seca los ojos él escucha miradas él se banca hasta el último aliento de un amor que siempre muere y revive a él le encanta mórir El hace monicacadas él sabe bailar bien él habla y no dice nada él tiene miedo, tiene miedo de perder Él me trae un libro viejo todo es viejo para mí el ahora ya pasó obsoleto es vivir en el recuerdo y más obsoleto es volver a vivir. Adiós amor, adiós, digo... porque te encanta decir adiós. Adiós amor de corazón pequeño y sabroso devorado y devorador hola mi tierra hermosa quizá el amor descartable sepa enseñarte que cuando creas haberlo perdido todo él , dura para siempre Y que aun en la tumba, sabrás odiarlo, amarlo y volverle a hablar. Por Carolina Giudice (Memorias de Mamá Punk) 7 de septiembre de 2003 Una vez conocí a una actriz, de esas que no están aceptadas. Ya que el dogma del teatro era: “ninguna acción debe ser en vano”, “todo movimiento está justificado”, “no obres si es innecesario”. Más lo aprendí con los malos ejemplos de mi madre. Toda su vida se la pasó merodeando de un lado a otro. Y sí, se sacrificó mucho, pero a veces ni ella sabía por qué. Sin objetivo, ni conflicto. Mamá Punk se levanta con sus bolsas y mal aliento me promete gritos entre gritos, tira miradas austeras e inconscientes y sus abrazos son invisibles. Mamá Punk me contaba cuentos cuentos que no existieron y ya he olvidado Una vez le hice un amuleto, que en algún lado quedó tirado. Ella era mi amiga, con sus ojos negros y mal pintados, con su voz ensordecedora, con sus tacos mal pisados. Ella se queja, no sé por qué pero todas las mañanas escucho sus golpes Mamá Punk era sonámbula y molesta y sus ronquidos de lata Mamá Punk era fantasma… Mamá Punk intentó arruinarme la vida, pero también me la dio. Mamá Punk se encargó siempre de interrumpir mis sueños, mis pensamientos, mi vida, hasta creo que tuve un parto interrumpido. Cuando yo estaba por nacer, trataba de venir, pero Mamá Punk no me dejaba, dio tres palmadas en su panza (o sea, en mí) y puso una música extraña que hasta ahora difusamente recuerdo. Me dio mucho miedo pero también ilusión porque pronto empecé a ver una luz blanca que se empezó a expandir, guié mis ojos y mi cuerpo hacia ella, y así nací. Mamá Punk a veces era tierna, recuerdo sus canciones y la voz plácida con la que me hacía dormir (tarea muy difícil para una niña que le gustaba tanto la noche como a mí). Mamá Punk tiraba soliloquios agresivos al viento; mientras yo solo quería jugar, intentando encargarme del momento, para ser feliz. Haciendo burlas a sus desgracias inexistentes, partía mi corazón en mil pedazos, el cual sólo trataba de estar en silencio. Ella me enseñó que la vida no era tan fácil; y gracias a eso se me hizo más llevadera después… Puedes descargar el libro "Diario de una actriz que no soy yo" de Carolina Giudice aquí (Imagen: Bikini Kill) Por Carolina Giudice
Supongo que ya no me importa que mueras ya es madrugada supongo que no me importa decir adiós, el futuro de alguna manera está siempre parcialmente muerto. Si te duele el alma por las mañanas, o si gritas mi nombre en sueños, si la idiotez poseyó tu alma o si los amos del silencio embargaron tu aliento no rasguñes la puerta de tu inercia. quizá sea hora de que digas basta quizá sea hora de que hagas las cosas bien, que recibas lo que has plantado. si te duelen los ojos sin saber por qué, si el sueño no te trae sueños por las noches, si el latir de tu almohada te ensordece. Si te sientes frío, frío y robotizado. Ya no habrá vuelta atrás mi amor para decir te extraño ya no habrá vuelta atrás para estirar tu mano y tomarme fuerte. Quizá estés esperando que el mundo explote quizá estés esperando… como todos esperan. Por Carolina Giudice
Quizá, fue uno de los pocos poemas que leí con tanta devoción y no pude evitar guardar en mi memoria. El escritor lo ha olvidado, yo lo recuerdo: Duermo en tus ojos rosados exiliados por los arcángeles risueños en todo momento mi ser es tu ser en la unidad del frio, somos amor Los ríos cristalinos flotan en el susurro de nuestros labios, y como sonrisa, mis labios quedan atados al perfume de los tuyos Es la sangre que late al ritmo del amor, llega el invierno reflejando la luna de tus ojos en mis dientes Invaden mis noches con chispas y tormentas de luces, invade mis noches, el delirio inmortal de estar para siempre con vos Por vos, correría las víboras que lloran al amanecer Mataría el infierno y sería la muerte de tus malditos odios Oh, solo he de esperar un poco más para tocar tu piel diabólica llenaré tu boca con almendras de miel, mientras los campos derriten la fiebre del sol yo te espero, sentado en algún lugar, Diciendo: nuestras manos se han unido, nuestro orgullo ha muerto, y yo seré la pureza de tu corazón. Por Carolina Giudice Afuera llueve Ya nadie reza dos palabras y una perdición un beso sin gusto en mi último sueño Afuera llueve y se siente raro no quererte que el tiempo haya caído como un rayo en su nido y que no me cueste la suerte me dices las últimas mentiras ricas cerezas para mi ego hambriento saber que ya te beso y no siento nada que el que hizo las cosas mal fue tu deseo Fue tu deseo y el mío tu miedo y el mío; tu cuerpo sabio, y tus horas cándidas, tu despertar, para volverte a quedar dormido. Puedes descargar el libro "Diario de una actriz que no soy yo" de Carolina Giudice aquí
Ilustración: Har y Heva durmiendo mientras Mnetha los mira y Warwick Goble. |
Categories
All
Archives
May 2024
|