Ayer lo enterramos,
creímos que estaba muerto, pero aún respiraba. Se nos había quedado dormido entre los brazos, aquella noche de vientos y techos volándose sobre las casitas, cuando el temporal amenazaba con llevárselo todo. Y así tan quietecito, con su carita tan blanca y apacible, con sus manitos colgando como dos pompones helados y sus ojitos cerrados; lo dimos por muerto. Después de velarlo por doce noches en silencio, esperando, para ver si sólo dormía. decidimos que era tiempo de dejarlo ir. Ayer lo enterramos bajo los naranjos, en un cementerio triste y gris. nos miramos y sin decir adiós nos fuimos cada uno por su lado. y ahí en su tumba el aún respiraba. Por Fernando Muñoz
El monstruo se sienta a su mesa con sus pies gigantes y sus brazos languidos y sucios. El monstruo tiene una mueca dibujada en su rostro entre media sonrisa y media tristeza sus ojos negros son como dos piedras incrustadas en su piel otoñal El monstruo no come ni duerme, sin embargo se alimenta, se alimenta de sueños, espejos y lunas. El monstruo deja escapar un suspiro ronco el vapor de sus pulmones gigantescos empaña aquel espejito que está a punto de poner en su boca aquel espejito donde se refleja la luna y tus sueños de niña. |
Categories
All
Archives
May 2024
|