Por Nicolás Muñoz V.
Te imagino envolviendo productos con cara de pilla y el cuello morado, aguantando a la gente tonta y sonriendo a la gente bonita. Somos prisioneros del tiempo y nuestros comportamientos dadaístas se escabullen en el disfraz del rol, aun así, nos las ingeniamos para romper cosas, para quemar sistemas, para huir de la amargura cotidiana y contenernos. Se puede planear sin saber volar, también se puede querer sin saberlo. Un brillo turbio de tu ojo derecho en el estallido de un fósforo en la casa fantasma alumbra el camino de ida y vuelta. El brillo del otro ojo con la última fumada del último cigarro el último día que fumaré hasta el lunes. El lunes no se fuma, no se quiere y no se toma. Cuando ocurre todo vuelve a comenzar, el engranaje comienza con sus ruedas dentadas a girar y a hacer funcionar la gran máquina que terminará devorándonos. Una sola cerveza, un sólo cigarro, un sólo cariñito pequeño bajo la sábana que a veces es una ola y tatuajes bajo el mar que vas dejando prestados en la almohada. Una lamida en la oreja, una en la axila, una mordida a los muslos, un poco de sangre de labio sabor cobre succionando hasta dejarlos pálidos. Los lunes no se fuma, no se quiere y no se toma. Pero hoy no es un día, hoy es un símbolo. |
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May 2024
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