Los atardeceres en los parques
con su flora viajera de un tiempo constante
y su fauna exótica y erótica
besándose en un instante pretérito.
De estos parques con sus atardeceres,
y con los niños corriendo, riendo, jugando
escalando los mismo árboles que nosotros escalabamos,
esa flora infinita en las manos de la inocencia.
En estos parques de atardeceres dorados.
Con su arquitectura elegante como dama de antaño,
construída con los sueños de los hombres,
inspirados en la suavidad de sus amantes.
De esos atardeceres,
desde una banca observando sin prisa ni hora…
como los recuerdos pasan como sombras en los parques,
esperando dejar de ser fauna para convertirse en flora.
Foto: Jocelyn Muñoz