Y esto de ser un ser urbano.
Sacado de tu jungla de concreto y violencia, de tus calles oscuras y solitarias, de ese vagabundear taciturno y perdido; Perdido como el corazón marchito; Marchito como aquel amor que floreció sólo esa primavera para perderse en medio de edificios y de peatones, en medio de señales confusas y bombas lacrimógenas. Esto de ser un ser urbano y de extrañar ese sentimiento de anonimato, de ser y estar rodeado, de ser y dejar de ser al voltear la esquina, de tener más de un millón de puertas donde pasar la noche. Esto de ser un ser urbano y extrañar tu ruido y tus traiciones de ciudad mujer, tus amores fortuitos y fugaces, frutales e infinitos. Y tus copas de vino y fiesta, sabores, y besos y piernas... Extrañar tus escotes nocturnos con esas curvilíneas luces de neones rozando tu piel azulada y tu boca de mandarina besadora. Esto de ser un ser urbano y soñar tus parques, como un gran sexo verde y vegetativo, extendido en tus más profundas entrañas, en tu rincón más oculto y hermoso, en medio de calles de asfalto y adoquines. Añorar tus árboles de otoño confundidos con tu gris semblanza; Y aquel banco de amantes con tu mano suave y tibia y tu cara envuelta en una bufanda al viento como única bandera "flameante" declarando nuestro amor de hojas secas. Esto de ser un ser urbano; Extrañando... perdido en un pueblo de nombre escurridizo donde soy minoría que se nota a lo lejos. Con tan sólo las historias que puedo recordar. Con tan sólo los recuerdos que puedo contar. Esperando algún día... Volver a respirarte. Volver a vivirte. Volver a amarte. Por Fernando Muñoz |
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May 2024
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