Por Carolina Giudice
Quizá, fue uno de los pocos poemas que leí con tanta devoción y no pude evitar guardar en mi memoria. El escritor lo ha olvidado, yo lo recuerdo: Duermo en tus ojos rosados exiliados por los arcángeles risueños en todo momento mi ser es tu ser en la unidad del frio, somos amor Los ríos cristalinos flotan en el susurro de nuestros labios, y como sonrisa, mis labios quedan atados al perfume de los tuyos Es la sangre que late al ritmo del amor, llega el invierno reflejando la luna de tus ojos en mis dientes Invaden mis noches con chispas y tormentas de luces, invade mis noches, el delirio inmortal de estar para siempre con vos Por vos, correría las víboras que lloran al amanecer Mataría el infierno y sería la muerte de tus malditos odios Oh, solo he de esperar un poco más para tocar tu piel diabólica llenaré tu boca con almendras de miel, mientras los campos derriten la fiebre del sol yo te espero, sentado en algún lugar, Diciendo: nuestras manos se han unido, nuestro orgullo ha muerto, y yo seré la pureza de tu corazón. Por Carolina Giudice Afuera llueve Ya nadie reza dos palabras y una perdición un beso sin gusto en mi último sueño Afuera llueve y se siente raro no quererte que el tiempo haya caído como un rayo en su nido y que no me cueste la suerte me dices las últimas mentiras ricas cerezas para mi ego hambriento saber que ya te beso y no siento nada que el que hizo las cosas mal fue tu deseo Fue tu deseo y el mío tu miedo y el mío; tu cuerpo sabio, y tus horas cándidas, tu despertar, para volverte a quedar dormido. Puedes descargar el libro "Diario de una actriz que no soy yo" de Carolina Giudice aquí
Ilustración: Har y Heva durmiendo mientras Mnetha los mira y Warwick Goble. Por Joel Muñoz, de la obra Hecho en Chile
Blanca y negra Diosa de mis pies Y de mi cabeza Pelota nueva Entera Salta Gira Eleva Rueda Pica Vuela Veloz por el verde Dejando una estela Suicida el arquero De la línea cuando entra Corre el puntero Y de volea Hace temblar la tierra Quita el zaguero y la puntea Hasta la raya de fondo Arranca, la toca y la mueve Se arrastra el volante derecho por ella Pasa de largo y se va afuera La gente protesta, grita, baila, Bebe y vive por la camiseta Un dos, un dos, un dos, Y la barra celebra Vuelve la esperanza de otra estrella Cuando viene bajando del cielo De volea el zurdo apenas El aire se corta en la espera Que llega, no llega, El corazón se despliega Llega, no llega, sí llega De cabeza y sudor La despeja el defensa Rebota, se suelta, Engaña y se muestra Tócala Búscala Sácala Dámela Pídela Suéltala Patea! Grita la afición Que desespera Golpe de cabeza En el palo se estrella Mano sin tarjeta Entra el rucio Como una centella La mira, levanta cabeza La pone en el rincón imposible Que nadie espera En el minuto noventa Lo que vino después es para escribir Otra página de amor a la pelota y a la camiseta Fotografía: Héctor Gonzalez de Cunco, de la serie Fútbol sin Maquillaje Por Fernando Muñoz
Encontré un pajarito muerto en la playa entre las dunas y las rocas, estaba ahí tan tranquilo, como si se hubiese quedado dormido mientras volaba. Alrededor los niños jugaban, sin darse cuenta. risas, gritos, canciones y el sonido de las olas en el fondo más personas llegaban y se iban con sus sillas, toallas de playa, sacaban sus parasoles, heladeras, juguetes de plástico de colores brillantes. Así pasaba el día, gente iba, gente venía... y mi pobre pajarito tendido en la arena mientras el sol y el calor lo abrazaban. Invisible a todos. El atardecer llegó en un instante las familias se fueron yendo. ya sólo quedaba unas cuantas personas caminando y recogiendo conchas y piedrecitas. El pajarito tendido en la arena quieto y apacible sin que nadie lo viera, sin que nadie dijera nada. soñaba que la marea subiera lo suficiente para irse nadando hasta siempre. Por Fernando Muñoz
Y pasa el tiempo de las uvas el tiempo pasa y se convierten en pasas las nubes, el viento del otoño uva que no fue vino Solo hay tiempo entre nosotros. Unas flores silvestres en medio de la mesa, esperando por una cena que nunca será servida. Pero… ¿Qué sabemos nosotros de eso? Todo el futuro es una idea ambigua y poco original, – vivir y morir en un instante – cada minuto que se va, la uva es menos uva y más pasa. Y me miras desde el otro lado de la mesa, un mantel blanco se extiende entre el tú y el yo, como si una fria capa de nieve lo cubriera todo. Hasta que tus palabras comienzan a dejar huellas sobre este mantel-nieve… el barro, la suciedad y el hollín de las chimeneas se van mezclando con la otrora blancura. – y la comida que no llega – Las flores se han marchitado; El mantel ahora viejo y sucio se deshace a cada brisa mi rostro arrugado y de mirada triste calla, sin palabras el tiempo me ha dejado. No hay contraataque que pueda vencer al tiempo. Sin embargo, tu con la misma belleza de siempre tu piel tersa y porcelana. desvías la mirada buscando un horizonte lejano y ficticio. Buscas ese rostro juvenil que te enamorase antaño, (antaño, que melancólica palabra) Buscas esa sonrisa que pudiese arreglarlo todo. Pero esa sonrisa no va a llegar, ni la comida que esperamos, ni mi voz que rompa este silencio… Hace tiempo deje de ser uva y de ser pasa. Foto: Pilar Maldonado Por Romy Riq
Me voy, mujer quijotesca Con el vapor de la taza de té Me voy escupiendo verdades Pariendo rebeliones Intoxicada, enardecida, trémula, salvaje!!! Mi albedrío… ¡yo fui! ¡yo fui! Soterrada Transfigurada, herida Yo soy!, yo soy! Entelequia. Por Joel Muñoz Berríos
Buscarías el manifiesto del hombre y el masculino Darías vueltas alrededor del mundo y mi cabeza Cortarías cualquier rosa por encontrar mis flores guardarías entre tus senos mis secretos Te volverías para darme el beso Encontrarías mis olores verdaderos Subirías a mi puesto de vigía Darías cualquier cosa por no verme muerto Pondrías tus manos en mi espalda Abrirías las llaves de mis chorros Dejarías pasar la ventolera Vendrías hasta el lugar secreto Llevarías mis nombres colgados Arriesgarías la vida contra el olvido Descubrirías la fuente de mis deseos Volarías herida a mi pecho Encontrarías las mil formas del perdón Llorarías de alegría con mis versos Mirarías al hombre a los ojos Quemarías las naves del regreso Descubrirías la conciencia de la vida Caminarías desnuda entre mis sueños Darías a luz la nueva historia Dormirían atados nuestros sexos Pondrías alas a mis cuentos Volarías al mundo que me trajo te irías a recoger esas estrellas y llevarías marcados para siempre mis besos. Por Tuky Waingan Vieron mis ojos en una taza de capuchino, asomarse El perro de Goya. En una nube, la nariz de Girondo mutar a colibrí. En el humo de un cigarrillo vieron filosofar a dos moscas sobre la risa del color azul. Vieron mis ojos una hoja de potus hincharse, hasta parir una mariquita; y en el pasto recién cortado, dormirse profundamente a mi nariz. Vieron mis ojos, perfectos adoquines con corbatas engullirse mis mejores sueños; y conejos rapaces tragar mis más dulces utopías. Vieron mis ojos tanta belleza y tanta mugre. Tuky Waingan es una artista visual y escritora de Buenos Aires, Argentina.www.tukywaingan.com.ar
Collage por Fernando Muñoz Por Fernando Muñoz
Tinta como una copa de cabernet como una taza de té negro, Ceylán o como un café cargado y amargo. Tinta como esas notas en la partitura la doble corchea. o esas pestañas tuyas laaaargas y sensuales… Tinta como el lunar en mi mejilla o el diente invisible de aquel abuelo cuando nos sonreía. Tinta, como tus zapatos lustrosos o las arrugas en tus manos. Tinta, como el carbón en el brasero, ese que calentaba el agua que poníamos en el mate, ese que derretía el queso que comíamos con los panes amasados. Tinta, del color de tus cabellos, escribiendo sobre tu rostro del color de esos dos puntos suspensivos e infinitos que son tus ojos. Tinta, no como mi sangre, pues mi sangre es roja y esto que te escribo hoy, es en papel blanco… pero con letras negras porque la melancolía es oscura como la tinta… tengo entintados los recuerdos. Por Albatroz Nocturno
Hoy me preguntaba Si siempre has sido lo más importante, ¿Cómo no me di cuenta antes? ¿Cómo no darme cuenta de aquellos silencios? ¿Cómo no notar aquella distancia? ¿Cómo no sentir aquel dejo de frialdad? ¿Cómo no palpar tu desanimo? Hoy me preguntaba ¡Cómo, si siempre has sido lo más importante! ¿Cómo no distinguí aquella sonrisa? ¿Cómo no distinguí aquel brillo en tu mirada? ¿Cómo no distinguí que sientes diferente? ¿Cómo no distinguí que hasta tu respiración cambiaba cuando él se acercaba? Por Marcelo Mogura Leiva-Bianchi
Te escabulles entre las sombras de los paseos peatonales Nadie nota tu presencia hasta tenerte respirando en la oreja Eres una especie de serpiente, poco original por cierto Pescado indómito que contrae las entrañas de los no muertos Apareces de pronto entre la nada no te perciben los perros ni las almas Disfrazada con piel de monja inocente O con los aperos propios de la mano cotidiana Tus ojos son plácidos Los resaltan unas gafas perfectas de cristales ahumados Y tu voz terciopelo entre las rocas Eso sí, tienes olor a tula A pedazo de excremento A carroña Y, para hacer que te vayas Es mejor cerrar los ojos gritando ¡Vete, qué no existes! Pero, paradoja, tu existencia es ubicable La creamos entre nuestras manos cubiertas de sangre O en el filo del cuchillo de la entrepierna O entre los dientes como carne de cocodrilo O en los bolsillos llenos de compadres Se ubica en las bocas de los niños Cuando escupen insultos O humillan al débil entre débiles O en los cascos negros de sus hijos Cuando marchen a la guerra que les darán como herencia La maldad tiene su propio reloj Asido a su mano blanca Con él mira la hora Que no es la misma que la tuya Para alcanzarte. Por Joel Muñoz Berríos
Y llegó aquel día los pájaros callaron las sirenas las olas de todo nuestro mar los gallos desde ese día no anuncian la madrugada No tienen voz las esperanzas Y los perros no ladran cuando viene un ajeno Los árboles se quedaron esperando la primavera Y las estrellas Y los peces Y las calles nada es nadie nadie es nada con las ventanas cerradas Y los pájaros enmudecieron y las chiquillas duermen no aman Y los hermanos se miran sin decirse nada La vecina toma y toma mate Sin decir palabras Y nadie enciende la radio no quieren saber más de nada Mamá hace sonar las tazas para que no se sienta su lágrima Mi padre da vueltas y vueltas por el patio Juntando rabia Entonces unos pasos entonces una carrera entonces una ráfaga lejana entonces ya he llegado ya estoy en casa hoy no me alcanzaron Todos nos quedamos mirando Todos en silencio. Por Fernando Muñoz
La nieve cae copiosa y suavemente sobre la mesa. La cena está servida, se enfría… El pan, mira como el café juega con el viento y como se desprenden los fantasmas en su aliento. La cucharita más fría, más solitaria, yace sobre el mantel casi dormida. La blancura comienza a cubrirlo todo, los fantasmas se desvanecen en un café más frío, en una tarde ya ida… El pan silencioso, ve como su cuerpo se humedece y endurece, y la cuchara inadvertida, yace más fría. Perece. Por Fernando Muñoz
La noche es noche, sin luna ni estrellas; noche oscura, callada y quieta. La noche es noche, poncho azabache del color de los funerales. Bajo el manto que lo cubre todo, Se despliega una tierra triste y sin esperanza, Seca comarca donde ha caído el sudor, ahora apagada bajo un cielo sin luna ni estrellas. Lo único claro en medio de esta nada, es el pequeño fuego en el quincho arruinado. El campesino sentado, con la mirada perdida en un sueño imposible o en un recuerdo inalcanzable. Sus manos gastadas, crujientes, secas como la tierra misma que trabaja y trabaja. Si sus manos fuesen alas se quebrarían al primer vuelo y caería al suelo el deseo sin sustento. Pero, las manos no son sueños, sólo herramientas oscuras en esta noche tan triste. En el brillo de los ojos El fuego danza… Por un instante, la noche y el silencio desaparecen. Un crepitar tímido de ramitas y hojas secas. El vapor de la olla casi vacía que se desvanece. Agua que hierve para engañar al hambre. Una voz lo llama desde la distancia o quizás desde el mismo fuego, entonces el campesino ve aparecer de entre las sombras, una silueta más oscura que la oscuridad que lo rodea. Y feliz la contempla, sabiendo, que se acabará la estúpida miseria. Por Irkador
Cómo mostrar el corazón cuando las neuronas saltan por si solas, cuando los músculos se crispan y mantienen su ira, cuando el pecho se llena de algo, que no conozco pero que existe y presiona desde dentro y sale como llanto, grito, silencio… De una forma que tuerce los dedos. Cómo mantener el curso cuando el cuerpo camina por las suyas, obediente al viento, a la temperatura, a las nubes, a la belleza, a la luz?. Cómo describir lo que pasa en mi sangre si ella no sólo recorre su camino sino que viaja a donde le place y me obliga. Astuta… Normalmente me engaña y me pillo delante de ella como si yo fuera quien guía. Así que aquí te dejo Angustia, bella mía que me acompañas cuando quieres, hecha letras para que mi memoria crea que con anticipación podre detenerte, verte aparecer… Ingenuo. no? |
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October 2020
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